Uganda reabre las escuelas después del cierre más largo del mundo causado por la Covid

17 de enero de 2022

 

 

Kamwirungu Primary School antes del cierre de escuelas, Uganda, 2021.

Foto: Meritxell Prats

 

 

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Maria Colom González forma parte del equipo de Petits Detalls y es también periodista.

Es primera hora de la mañana del lunes 10 de enero. Las calles continúan repletas de niños y niñas, pero esta vez, la mayoría llevan sus uniformes y se dirigen a la escuela por primera vez en dos años. Las tiendas se han llenado de material escolar y durante la tarde ves a familias preparándose para la vuelta al cole de sus hijas e hijos. Esta semana la alegría e ilusión se ha vuelto a apoderar de los estudiantes, pero las consecuencias de este cierre de dos años han sido y pueden seguir siendo devastadoras.

“Durante el cierre de colegios tuvimos que afrontar muchos retos como por ejemplo el número de niñas que se quedaron embarazadas sin quererlo ni estar preparadas. Además, las familias han vivido dificultades económicas con la pérdida de ingresos y trabajos. Todo el mundo coincide en que las escuelas son los espacios más seguros para los niños y las niñas y hemos estado esperando que volvieran a abrir. Tengo el presentimiento de que, aún y con todas las dificultades, la asistencia en las aulas será alta”, cuenta Adong Lydia, coordinadora del programa para la promoción de la educación de la niña en el proyecto Smiles for Luuka, que implementa el equipo de PECA Women and Children’s Foundation.

De acuerdo con la National Planning Authority (NPA), el 30 por ciento de los estudiantes no podrán volver a las aulas debido a los embarazos y matrimonios adolescentes y el trabajo infantil. “Cuando empezó el confinamiento en Uganda se perdieron muchos empleos y augmentó la pobreza. Las consecuencias se siguen viviendo ahora y muchos padres no pueden permitirse el material escolar que necesitan sus hijos para volver a la escuela”, explica Naiwumbwe Milly, coordinadora del programa para la defensa de los derechos de los menores del proyecto Smiles for Luuka.

Njuba Annet, la coordinadora general del proyecto, coincide con la NPA. “Durante el cierre de la educación, los menores se han visto obligados a trabajar y han empezado a ganar dinero. Incluso los profesores se han buscado otros trabajos. Los jóvenes han crecido y desarrollado y se siente mayores para los cursos de deberían empezar. Se ha perdido el interés y la motivación para volver a estudiar”. Además, opina que el gobierno no ha hecho ni va a hacer ningún esfuerzo en intentar sensibilizar a la población acerca de la importancia de la educación para que todos los jóvenes vuelvan a las aulas.

Durante toda la semana el país se ha volcado en la reapertura de los centros educativos y la alegría se ha apoderado de las jóvenes mentes que pueden volver a estudiar. No será hasta dentro de unas semanas cuando se puedan evaluar de manera real y objetiva las consecuencias del cierre de la educación más largo de la historia del mundo.

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