Uganda afronta con incertidumbre la evolución de la pandemia

Según los expertos, el futuro y las consecuencias económicas y sociales para el continente africano van a ser deseperanzadoras.

08 de abril de 2020

El 30 de marzo el gobierno ugandés prohibió el transporte público y los coches privados. / Iganga, mayo 2019.

Foto: Txell Prats

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Quico Germain es el presidente y fundador de Petits Detalls. En Uganda coordina los tres proyectos de la ONG junto con las contrapartes locales.

Ayer, 7 de abril, celebramos el Día Mundial de la Salud de manera un tanto peculiar, con la tierra sumida en una pandemia mundial que nadie hubiera imaginado.

En el continente africano se han confirmado ya 10.000 casos de coronavirus desde que estalló la pandemia. Pero es importante recordar que África no es un país, sino un continente diverso con 54 países y casi un billón y medio de personas. En Uganda, el número de casos confirmados por el Ministerio de Salud son ya 52, aunque todas las personas que lo han contraído viajaron recientemente de vuelta desde países con niveles de infección mayor y no se cuenta todavía con casos de contagio local.

La sensación ahora mismo es, principalmente, de incertidumbre al no saber cómo va a evolucionar la ya famosa curva de contagios y cómo va a verse afectado el país, no solo a nivel sanitario, sino también a nivel social y económico.

Según muchos expertos, el futuro en el continente africano es bastante desesperanzador. Si el virus se propaga al mismo nivel que en Europa las consecuencias podrían ser fatales teniendo en cuenta que se saturarían los sistemas sanitarios ya de por sí muy débiles e ineficientes. Por poner un ejemplo muy revelador, Uganda solo cuenta con 55 camas disponibles y preparadas en unidades de cuidados intensivos en todo el país, para una población de casi 45 millones de habitantes. Antes de la irrupción del coronavirus, España contaba con 4738.

Una de las esperanzas es que la mortalidad no sea tan elevada dada a la juventud de la población. En Uganda, el segundo país más joven del mundo, la mitad de la población tiene menos de 15 años. Eso reduce la población de riesgo en comparación con Europa, pero debemos tener en cuenta que el virus también puede atacar gravemente a personas con patologías previas, y un 5,7% de la población en Uganda tiene sida.  Otros problemas como la desnutrición, la tuberculosis y la malaria pueden agravar las consecuencias médicas de la Covid-19.

Esta semana recibíamos una muy mala noticia: la prestigiosa revista científica “The Lancet” publicaba un estudio realizado por científicos europeos y africanos que negaba una de las pocas esperanzas que le quedaban al continente africano: el calor no frena la propagación del coronavirus. Ahora bien, hay razones para no caer en el pesimismo.

Uganda, así como otros países africanos, tiene más experiencia en pandemias que los estados europeos. Sin ir más lejos, consiguió frenar de manera excepcional un brote de Ébola en verano del año pasado.

Por otro lado, muchas medidas de contención del virus han sido tomadas con antelación. En Uganda el gobierno decidió cerrar las escuelas y prohibir las aglomeraciones de gente incluso antes de confirmar ningún caso en el país. Hace poco más de una semana, se canceló también el transporte público en todas sus formas (buses, furgonetas y motos) y pocos días después se prohibió también el transporte privado. Si estas medidas son efectivas o no en la contención del virus, lo veremos en unas semanas, pero ¿es posible confinar a gente en un país como Uganda, donde los niveles de pobreza son tan elevados? ¿Con qué ingreso contará el 70% de la población, que depende de trabajos sin remuneración fija? ¿Cómo accederán al hospital las mujeres embarazadas ahora que el transporte está prohibido?

Muchos son los problemas sociales que emanan de esta situación, y que no tienen hoy por hoy solución. ¿Qué pasará en las cárceles ugandesas, que actualmente están a un 300% de su capacidad?

Estas y muchas otras preguntas son las que ahora nos hacemos las personas que vivimos en Uganda y trabajamos para hacer de este, un país mejor. Algunos estudios señalan que 3 millones y medio de personas más se verán empujadas a la pobreza por culpa de esta crisis. En un país donde casi 1 de cada 4 personas vive por debajo del umbral de la pobreza.

De momento, parece que los esfuerzos están centrados en ganar la batalla al coronavirus. Hace uno días el presidente de Ghana decía: “sabemos cómo revivir la economía, pero no sabemos cómo revivir a las personas”. Aunque también es cierto que su gabinete ha tomado medidas como hacerse cargo de todas las facturas de luz y agua del país para los siguientes meses. En Uganda el confinamiento no ha ido acompañado de soluciones, aún y ser uno de los países que ha tomado decisiones más drásticas. Lo único que hemos presenciado ha sido una donación de comida realizada por el gobierno en Kampala, la capital del país, mientras prohibía a otras fuerzas políticas y organizaciones a realizarlas.

Para terminar, me gustaría sumarme a una campaña iniciada en las redes estos últimos días: “africa is not a testing lab” (África no es un laboratorio de pruebas). Después de que dos doctores franceses debatieran en un programa de televisión la posibilidad de probar vacunas contra el coronavirus en África para ver si funcionan, muchos africanos expresaron su malestar por una nueva muestra de racismo. Queremos sumarnos a la denuncia y deseamos que acaben estos sentimientos neocoloniales que siguen haciendo latente el racismo. Esta pandemia la superamos toda la familia humana juntos.

 

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